Estoy escuchando truenos en una
hermosa tarde de primavera.
Delante tengo una piedra apoyada
en la tierra y en las yerbas.
Caen las primeras gotas gordas de lluvia
y parecen enfurecidas...
No lo están, no es más que una pasión desatada, como muchas otras.
El cielo también tiene sus cosas
y la naturaleza.
Creía que era solamente yo el que
acababa herido ó explotaba
después de ser quebrada mi alma si la
poseo.
No son las piedras seres inmóviles, a veces caen de lugares altísimos, haciéndose añicos.
Como nosotros.